lunes, 28 de noviembre de 2011

PERROS DE ASISTENCIA, EXPERIENCIAS EXITOSAS.


Un reciente estudio de científicos estadounidenses con perros Dobermans, que tienen comportamientos obsesivos compulsivos como succionar mantas o partes de su propio cuerpo de forma repetitiva, podría ayudar a explicar las conductas similares en los seres humanos, como las de lavarse las manos de forma excesiva y reiterada o comprobar las cosas una y otra vez .

Los científicos de la Universidad de Tuft en North Grafton, Massachussets, han identificado en los cromosomas de canes con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) una región genética que podría correlacionarse con la región genética implicada en la forma humana de este trastorno psiquiátrico, una afección que se caracteriza por pensamientos y comportamientos repetitivos.

El gen es el mismo en los canes y los humanos, por lo que su estudio podría ayudar a explicar el TOC no solo en los perros –también afecta a la raza “Bull Terrier” – sino también en las personas, según el doctor Nicholas Dodman, autor principal del trabajo.

La región genética estudiada se relaciona con las caderinas, unas proteínas vinculadas con la comunicación entre las neuronas del cerebro, y que no solo están implicadas en el TOC, sino además con el trastorno autista, que también incluye comportamientos compulsivos, como golpearse la cabeza de forma repetida.

Los perros no solo son útiles para desvelar las claves genéticas del autismo, sino también para asistir a quienes padecen esta dolencia que suele diagnosticarse en la infancia temprana y cuyos principales signos y síntomas afectan la comunicación y las interacciones sociales e incluye las conductas repetitivas.

Los perros de asistencia para niños con autismo son una alternativa para las familias, ya que dan seguridad al niño, facilitan su interacción y les proporcionan compañía, y además se transforman en colaboradores imprescindibles para los padres, que ven cambios conductuales evidentes en sus hijos.

Esto lo afirman desde la Fundación Bocalán, una de las instituciones de mayor difusión internacional dedicada a adiestrar y entregar perros de asistencia a personas discapacitadas, para que tengan una mayor independencia y calidad de vida.

La Fundación Bocalán, junto con la División de Saluda Animal de Bayer HealthCare, han entregado a “Quisquilla” y “Muffin”, dos perros de asistencia a Alejandro y Gael, dos niños con autismo, para que les ayuden a llevar una vida mejor, acompañarlos y favorecer y facilitar su integración.

A partir de ahora, “Quisquilla” y “Muffin” incidirán en aspectos como el vínculo, la seguridad, la confianza, el manejo del tiempo, la integración sensorial, la mejora de los patrones de sueño, la reducción de estereotipias (repetición constante y automática de movimientos o palabras) y de la ansiedad, el autocontrol, la comunicación y la integración social.

“Quisquilla” y “Muffin” son hembras de la raza labrador retriever y de unos dos años de edad. Han sido adiestrados y entrenados para desarrollar habilidades específicas con las que ayudar a sus futuros dueños: Alejandro, un niño de 8 años de Granada(España) y Gael, un niño de 3 años de Barcelona (España).

Este proyecto nació en Canadá, hace 10 años, a través de “National Service Dogs”, organización que desarrolla un programa de perros de asistencia para ayudar a que los niños con autismo puedan integrarse mejor en sociedad, controlar mejor sus impulsos, reducir comportamientos como los de fuga y mejorar la calidad de vida de sus familias.

Sus notables resultados llevaron a la Universidad de Vancouver a realizar una investigación que ha permitido descubrir que estos perros inciden también en otras áreas como la integración sensorial, la mejora de la comunicación y reacción ante el mundo que les rodea y los procesos de aprendizaje.

MCT Direct

Los perros de ayuda social se entrenan durante ocho o diez meses. Mascotas que hacen de terapeutas

El tipo de comunicación y actitudes del perro resultan más fácilmente reconocibles por un niño con autismo, posiblemente por utilizar la vía de comunicación sobre todo visual, y emitir señales de una forma simple y a la altura del niño.

Por otra parte, aseguran sus expertos, los niños necesitan objetos “transicionales” como muñecos o trozos de tela, que les den seguridad en las primeras etapas de su vida. Los niños con autismo tienden a usarlos durante un largo tiempo y el perro puede convertirse en un objeto transicional vivo que le permita estar más seguro en situaciones de ansiedad y desorganización.

Además, el proceso de integración sensorial que proporcionan terapeutas especializados a través del perro permite que el niño progresivamente se vaya organizando y aparezcan respuestas de adaptación al entorno, según la fundación catalana.

A través de diferentes técnicas desarrolladas por especialistas, los perros durante el paseo proporcionan un ritmo al niño que le calma y le permite interactuar mejor con el entorno, que un estímulo tan llamativo como es un animal manejado por manos expertas puede empujar las posibilidades de incrementar aspectos como la atención, la concentración, el contacto visual y la transición entre actividades.

Asimismo, explican, el uso de perros de asistencia para niños con autismo incrementa de forma notable la seguridad del niño en lugares públicos evitando conductas de fuga y permitiendo a los padres tener una mayor tranquilidad.

Por otra parte, las experiencias con perros de asistencia para niños con autismo reflejan una importante mejora en los patrones de sueño, tanto por la estimulación sensorial y el tacto profundo que ofrecen a sus usuarios por la noche como por la empatía que existe entre los dos tras un periodo de adaptación.

Los perros de ayuda social se entrenan durante ocho o diez meses y son sometidos a un periodo de acoplamiento, según la problemática de su futuro dueño, completando su formación en aproximadamente un año. Las razas más habituales son el “labrador retriever” y el “golden retriever” por su carácter afable, dócil y apacible.


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