sábado, 5 de noviembre de 2011

Experiencias de Cuidado: Terapia asistida con Perros en la Residencia el Paular

La Residencia geriátrica El Paular en Alicante nos comenta cómo ha sido su experiencia con la terapia asistida con animales para personas mayores:

Hace poco hemos empezado a utilizar en El Paular la terapia asistida con perros. De momento estamos trabajando con residentes que tienen algún tipo de demencia (alzheimer, vascular, senil…) y aunque en un principio no sabíamos como iba a responder este grupo de personas debido al avanzado deterioro cognitivo que presentan, el resultado está siendo tan satisfactorio que viendo lo obtenido en tan breve espacio de tiempo ya estamos pensando en lo beneficioso que podría ser también para el resto de usuarios, que presentan un envejecimiento normal o un deterioro cognitivo leve – moderado.

En cada sesión, que dura aproximadamente una hora, están presentes la terapeuta y la psicóloga del centro; la primera dirige las actividades mientras que la psicóloga sirve de apoyo. Trabajamos con un total de 9 – 10 personas, pues es importante que los grupos no sean muy numerosos. Colocamos a los residentes de manera que el perro pueda moverse sin dificultad para realizar los distintos ejercicios y comenzamos trabajando cada actividad de manera individual; posteriormente, y dependiendo de cómo se encuentren, se hace algún ejercicio por parejas o grupalmente.

La terapeuta se detiene un poco más en aquellos residentes que se muestran más receptivos y menos en los que presentan algún tipo de resistencia o no están colaboradores ese día. Cada sesión es diferente y se trabajan cosas distintas, pero en todo momento dependemos de su estado de ánimo, que suele variar de una semana a otra. El perro se porta estupendamente y aunque en un principio les impresionaba un poco su tamaño, tras varias sesiones esto ya no les supone ningún problema; le han tocado las orejas, la cola y lo han acariciado por todas partes.

La primera sesión es de toma de contacto y en ella se puede observar la reacción que tiene cada residente hacia el animal, es decir si les gusta o les asusta o no es de su agrado, puesto que la mayoría son personas que han perdido la capacidad de expresarse mediante el lenguaje.

En El Paular recordamos especialmente esta primera sesión, en la cual se presentó la perra a los residentes y se les dijo su nombre. Nacha se les fue acercando progresivamente, intentando que la tocasen y/o acariciasen; hubo reacciones de todo tipo (nerviosismo, alegría, rechazo,…). Como conclusión decir que todo lo que expresaban sus ojos fue suficiente para saber que la terapia les había estimulado.
Posteriormente hemos trabajado distintos ejercicios, pues como ya hemos comentado, cada sesión es un poco diferente a la anterior, la terapeuta va añadiendo ejercicios o actividades según va viendo como está el grupo.

Por ejemplo, en otra sesión se les facilitó una bolsa con diferentes tipos de galletas y pelotas de tenis, cada una de un color distinto. Siempre de manera individual se les pedía que cogieran una galleta de un color determinado, si tenían mucha dificultad se les enseñaba la galleta y se les pedía que cogieran una exactamente igual. Una vez que la sacaban eran ellos mismos los que se la daban al perro. Con las pelotas, que también tenían que cogerlas según su color, se les pidió que las lanzasen para que el perro fuese a por ellas.


A partir de la tercera sesión se avanza en el tipo de ejercicios, pues ya se les ha pide que cepillen al perro, montan un aro de diferentes colores e incluso lo sujetan para que el animal lo salte por dentro. Dado que son personas con demencias bastante avanzadas no se les puede preguntar lo que les parece este tipo de terapia, por lo que nos tenemos que basar en lo que vamos observando. La expresión de sus caras, la mirada, las sonrisas, la distancia a la que nos dejan aproximar al perro o cuanto y como tocan al animal, entre otras cosas, es lo que nos hace saber si vamos o no por buen camino. Se trabajan muchísimas capacidades, como la motricidad fina y gruesa, la coordinación óculo – manual, la estimulación sensorial, la comunicación y expresión verbal y no verbal, las habilidades sociales, la fuerza y resistencia, la memoria a corto y largo plazo y la canalización de la ansiedad y agresividad de forma positiva.

Con pocas sesiones ya se nota una evolución o mejoría en la actitud del grupo. Están más confiados, más relajados, reconocen al animal y no les da miedo; cada vez lo tocan más. Como significativo comentar el caso de una residente que el primer día se mostraba bastante desconfiada, quería tocarlo pero parecía sentir un poco de miedo; la terapeuta fue muy poco a poco y pudimos comprobar que no era miedo lo que sentía sino una mezcla de emociones que no podía o no sabía contener. En la última sesión no ha dejado de tocarlo cada vez que se le ha acercado, siempre con una sonrisa en los labios. La evolución está siendo rápida y positiva; la estimulación que reciben en una hora es sorprendente. En El Paular estamos encantados con la terapia asistida con animales.

Texto escrito por:
Fernando Crespo
Gerente Residencia El Paular

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