viernes, 28 de octubre de 2011

Los perros de asistencia, ¡mejor en casa!

Por Cristina Muro

muro.cristina@gmail.com

Las fases por las que atraviesa un futuro perro de asistencia en su preparación son cuatro:

  • Fase de socialización:

    el cachorro de 8-10 semanas empieza a conocer un mundo nuevo: gente diferente, muebles raros, la calle, otros animales, ruidos y luces extraños, olores, rutinas… todo le llama la atención y a todo deberá acostumbrarse en un corto periodo de tiempo. Deberá aprender a aceptar muchas cosas como parte de su entorno para que en el futuro no le asusten y sea capaz de generalizar con más sucesos “extraños” que podrá conocer.
  • Fase de entrenamiento: (obediencia y habilidades)

    Desde que es cachorro puede empezar a aprender ejercicios y habilidades que irá perfeccionando y generalizando durante al menos un año: paseos por la calle, obediencia y habilidades en casa, en lugares públicos, en lugares de trabajo, en medios de transporte, etc.
  • Fase de adaptación al usuario:

    no solo el perro debe aprender, también su futuro dueño deberá estudiar mucho para saber entender a su compañero y saber recompensarle por los ejercicios bien hechos. Ambos deberán practicar en situaciones reales todo lo aprendido.
  • Fase de revisión: (suele haber revisiones al menos anuales):

    las revisiones permiten detectar a tiempo relajaciones en las rutinas o ejercicios que deben ser recuperados. Es importante trabajar con el dueño y el perro en su vida diaria y en situaciones reales.

    Todo esto se aplica de igual modo a los perros dedicados a Terapia o Educación Asistidas, en los que el perro deberá además conocer entornos hospitalarios o aulas y estar a gusto con grupos más o menos numerosos de personas en entornos generalmente cerrados.

    Todas estas etapas por las que atraviesa un perro de asistencia deberían hacerse en casas y en entornos reales ya que todo es beneficioso:

    • Socialización adecuada (con niños, tráfico, tele, timbres, vecinos, otros animales, etc.);
    • Paseos diarios por la ciudad;
    • Aprendizaje en situaciones reales durante todo el día;
    • Adquisición de rutinas de convivencia;
    • Ausencia de soledad y de estrés (el perro está acompañado 22 horas al día como mínimo);
    • Situaciones higiénico sanitarias óptimas;
    • Solución de problemas al instante de producirse.

    Cuando una entidad que prepara perros de asistencia posee instalaciones adecuadas*, puede, si fuera necesario, recurrir a ellas para dejar de forma temporal y muy limitada a los perros. Pero las instalaciones no deben nunca sustituir a un hogar y a una familia que es el lugar perfecto donde debe vivir un perro de asistencia.

    Los problemas que puede causar el dejar a los perros en instalaciones de forma continua son varios:

    • Déficit en la socialización si son cachorros;
    • Los perros pasan solos muchas horas (miedos, estrés, ladridos, etc.);
    • Viven mezclados con otros perros: contagio de problemas de comportamiento (fobias, miedos e imitación de acciones no deseables);
    • Salen a estirar las patas a patios o zonas ajardinadas sin contactos frecuentes con la ciudad*;
    • No aprenden las rutinas de la vida en una casa (normas y horarios);
    • Es difícil aplicar correctamente el adiestramiento en positivo ya que no se puede controlar adecuadamente el entorno del perro (requisito fundamental de este tipo de adiestramiento);
    • Situaciones higiénico-sanitarias peores a las de un hogar (con el problema añadido de las posibilidades de contagios de enfermedades);
    • Los problemas que puedan surgir no se detectan a tiempo.

      *la declaración de núcleo zoológico exige que las instalaciones estén relativamente alejadas de los núcleos urbanos. No suele resultar cómodo ni viable transportar a los perros a la ciudad para realizar los 3 paseos diarios mínimos.

      Estas son algunas de las ventajas de la vida en un hogar y algunas de las desventajas de la vida en instalaciones en relación a la calidad del trabajo del futuro perro de asistencia. No hemos querido mencionar aspectos económicos ni aspectos afectivos, que también deberían considerarse, aunque se podría entrar en un terreno más subjetivo.

      Lo que no hemos podido hacer es preguntar a los futuros perros de asistencia sobre sus preferencias aunque yo estoy segura de que responderían sin dudarlo: ¡mejor en casa!


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