martes, 20 de diciembre de 2011

Se entiende por conducta prosocial en Psicología Social todo acto o comportamiento que tiene como objetivo ayudar a las personas. Es una conducta social buena, y que generalmente, el grupo social la valora de forma favorable, es un comportamiento que beneficia a otra (s) persona (s) y que en algunos casos pueden suponer un riesgo para el proveedor de la misma.

Los animales generalmente conocidos como de compañía, suelen ser proveedores de conductas prosociales, y los perros posiblemente, ocuparían el lugar más destacado en el ranking que se establezca al respecto, es por lo que nos vamos a centrar en estos animales.

El comportamiento prosocial puede tomar numerosas y diversas formas, y cuando éste no conlleva ningún tipo de recompensa deseada por el proveedor se denomina altruismo, son numerosos los casos de perros que han salvado a personas (sobre todo a niños/as) incluso entregando su vida en dicho acto; las cuales a veces ni las conocían.

La conducta prosocial se puede originar por:

Ayuda directa: el proveedor interviene directamente en el auxilio asumiendo un protagonismo personal (perros que advierten del próximo ataque de epilepsia ayudando a su propietario/a prepararse en la mejor postura, “perros de agua”, etc.).

Ayuda indirecta: realizar una labor de colaboración facilitando la ayuda de o tras intervenciones (perros lazarillos, etc.).

Ayuda solicitada: se responde a una demanda solicitada de auxilio, socorro, etc. (perros de apoyo a discapacitados físicos, auditivos, etc.)

Ayuda no solicitada: se interviene sin que previamente haya sido demandada (perros que advierte del eminente peligro o riesgo a su propietario/a, defiende tanto a la persona como a la propiedad, perros de salvamento en montañas, etc.)

Hay que destacar que el perro puede llegar a aprender el significado de numerosas palabras, signos y gestos, y actuar ante la demanda que conlleva éstas o éstos de auxilio o ayuda u otro tipo de conducta demandada, siendo “capaces de comunicarse con nosotros” (Coren, S. 1995).

En la mayor parte de las taxonomías de conducta prosocial de las personas se incluye el factor motivacional, anexionando a el deseo de ayudar una serie de variables facilitadoras de dicha conducta. ¿Ocurre igual con el perro? ¿O son todas las “conductas prosociales” de los perros “aprendidas”? A igual que en las personas determinadas características personales pueden influir en su conducta prosocial, encontramos razas más favorables a ser educadas o a actuar de forma espontánea en la labor de socorrer por ejemplo.

Desde un aspecto de la psicología conductista los perros que tienen el comportamiento de ayudar, dicha conducta sería simplemente el resultado del aprendizaje adquirido mediante los mecanismos de condicionamiento clásico y operante. Son perros adiestrados en tareas especificas de ayudar o auxiliar, adiestrados en tal sentido, sin embargo, cuando el comportamiento prosocial puede llegar incluso a que el animal pierda la vida y se origina de forma espontánea, plantea interrogantes que van más allá de respuestas mecánicas y llaman la atención a la reflexión al respecto.

Actúa preventivamente y de forma colaboradora ante el riesgo de accidentes individuales o alteraciones conductuales motivadas por alguna enfermedad, por ejemplo señalábamos anteriormente frente al ataque epiléptico, actualmente se experimenta sobre la posibilidad de que detecten la presencia del cáncer en las personas y se pueda actuar precozmente sobre esta enfermedad. Los perros adiestrados para personas invidentes o con deficiencias visuales, indican los elementos urbanos que la ceguera o insuficiencia visual impide distinguir, evitando el riesgo de accidente y facilitando en su papel de “lazarillo” el acceso a los servicios públicos a su propietario, así como a un desenvolvimiento normalizado en la vida social.

Actuaciones preventiva de desastres individuales y colectivos: localización de explosivos (terrorismo), de drogas (rompe la cadena de suministro al mercado y reduce la posibilidad de su consumo y secuela de victimas), etc.

Actuaciones de auxilio: localización de personas atrapadas en edificios derrumbados, perdidas en el bosque, etc.

Actuaciones de apoyos tangibles: en personas con discapacidades físicas, psíquicas y sensoriales, tanto en tareas domesticas, facilitando su desplazamiento y autonomía, etc.

Actuaciones facilitadoras de: conductas dinámicas frente a la pasividad, apatía o indiferencia, lubrificando socialmente el comportamiento y facilitando los contactos sociales.

Actuaciones complementarias o compensatoria: en los colectivos más vulnerables (ancianos, infancia, adolescencia, discapacitados, enfermos, etc.).

Actuaciones de auxilio en situaciones de emergencia: por parte del perro como escape de gas, incendios, caídas, etc. donde éste ha actuado evitando que se originen daños hacia los sujetos familiares o hacia el grupo como tal.

El apoyo social se presenta como un recurso que los trabajadores sociales, educadores sociales, etc. tienen que recurrir a él por sus importantes prestaciones. Se entiende por tal a la provisión y recepción de una gama variada de ayudas o auxilios. En el caso de los perros investigamos como pueden actuar beneficiosamente frente al aposyo social deficitario (Lara, 1997, 2001). Es un medio con el que deben contar los profesionales de la intervención individual y/o grupal.

El apoyo social origina beneficios no solo sobre el receptor, sino también en el proveedor (¿no manifiesta su alegría el perro con su característico movimiento de la cola y dando pequeños brincos, cuando es acariciado por su dueño/a por haber realizado alguna labor que éste/a agradece?). Según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios se estima que en los hogares españoles hay trece millones de perros, siendo éstos los más frecuentes porcentualmente con relación a otros animales domésticos, y este resultado demográfico, obviamente no es “gratuito”, y debe ser fruto de un amplio abanico de benéficos que origina los perros hacia el colectivo familiar.

Una comparación breve de la tipología del apoyo social encuentra una sustentación ampliamente documentada en las conductas prosociales originadas por los perros.

El apoyo tangible o instrumental: hace referencia a aquellas prestaciones que son reales, que pueden ser “tocadas” como transporte (perro que en sus alforjas lleva artículos u otros objetos de su dueño/a, perro que transporta en su boca el periódico o la revista recién adquirida por su propietario/a, etc.). Ayuda doméstica (perro que ayudan a quitar los enseres de la mesa después de comer, paran o ponen en funcionamiento los electrodomésticos, avisan cuando suena el timbre de la puerta y manifiestan si el sujeto es conocido u extraño, etc. Ayudan en los desplazamientos en una variada gama de direcciones y medios de transportes (desde el ascensor hasta metros, trenes, etc.).

El apoyo emocional o afectivo: manifestaciones afectivas, de cariño. etc. que hacen que el sujeto receptor se sienta amado o admirado, suelen ser prestaciones muy importante para fomentar el bienestar y la salud al sujeto (Minkler, 1985; Cutrona, 1986). Actuando de forma muy negativa para el sujeto la pérdida de este apoyo (Biondi, 1989). La provisión positiva de este tipo de apoyo por parte de los perros hacia su propietario/a es altamente documentada por la bibliografía existente en disciplinas como la psicología, la psiquiatría, etc.

Otra de las cualidades de este tipo de apoyo se centra en la preocupación por parte de la persona que lo recibe, existen diversos casos conocidos y expuestos (incluso por los medios de difusión social constituyéndose en noticias cotidianas), desde el famoso perro el Canelo del Puerto de Santa Maria, que durante años esperó a su propietario un mendigo en la puerta del hospital donde ingresó (y donde falleció) hasta aquel que se suicidó en Moscú una vez que su dueño fue enterrado.

Hasta en el cante flamenco se pueden encontrar numerosas letras que hacen referencia al respecto, ésta correspondiente a un fandango a pesar de su carácter agresivo es sumamente ilustrativa:

Que me perdone los humanos

cuando amo a mi perro,

ayer le pegue y luego vino

y me besó la mano”

El apoyo confidencial: se caracteriza por la posibilidad de poder contar los problemas, tener a alguien que pueda escuchar, que el sujeto pueda canalizar oralmente hacia fuera sus problemas. El perro cuando actúa como animal de compañía cubre esa función receptora, incluso llegándose a decir por su dueño: “te tengo a ti para decirte lo que a nadie le digo” (Gala, A.1981).

El apoyo informacional: el apoyo se centra en aquellos contactos humanos que ayudan al receptor a poder orientarse, a recibir información, etc. que le auxilien en una mejor adaptación al medio social donde se desenvuelve. En esta tipología el “perro lazarillo” o “escudero” cubre ampliamente la gama de posibilidades, sin obviar, algunas alteraciones psicopatológicas como por ejemplo la agorafobia, donde el perro pueden ser una buena “muleta” que faciliten progresivamente al sujeto su reingreso en los espacios abiertos y habitados.

Su apoyo con intervenciones beneficiosas hacia las personas a nivel individual con problemas de alteraciones o trastornos psicopatológicos ha quedado manifiesta en diversas investigaciones científicas, igualmente cuando su proyección se realiza hacia el grupo o la comunidad (personas mayores institucionalizadas, enfermos mentales, etc.) el saldo es sumamente más favorable en su balance de conducta prosocial que antisocial.

Canelo esperó el resto de su vida a que apareciera su dueño en la puerta del hospital.

Llevando el periódico.

Apoyo social

El perro obliga a salir a la calle a su propietaria.

El perro fue incluido en la orla de la Facultad de Derecho, una vez que finalizó los estudios su propietario al que acompañó y ayudó durante todos los años de estudio.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Biondi, M. (1989). Psicobiología y terapéutica de la ansiedad en la práctica médica. Barcelona: Lab. Wyeth.

Coren, S. (1995). La inteligencia de los perros. Barcelona: Ediciones B.

Cutrona, C.E. (1986). “Transition to college: Loneliness and process of social adjustement”. En A. Peplau y D. Perlman (Eds.). Loneliness; A sourcebook of current theory, research and therapy. New Yyork: Wiley-Intersciencie.

Gala, A. (1981). Charlas con Troylo. Madrid: Espalsa-Calpe.

Lara Sánchez, Fco. (1997). Apoyo social deficitario, soledad y animales de compañía. Tesis Doctoral. Málaga: Universidad de Málaga.

Lara Sánchez, Fco. (2001). Aplicaciones psicosociales de los animales. Málaga: Edición propia.

Minkler, M. (1985). “Social support and health of the eldery”. En S. Cohen y S. Syme (Eds.). Social support and health. New York: Academic Press.

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